LA ATENCIÓN PLENA (1)

Recientemente un jugador junior avanzado (Hcp 4,5) me planteó sus dudas respecto a cómo poder mantenerse en el presente y eso me hizo darme cuenta de que tal vez sea esa una de las habilidades y conceptos que se prestan a mayor dificultad y confusión por parte de los jugadores/as.

Ya en un anterior post Mantenerse en el Presente escribía acerca de esta cuestión y definía el estar en el presente (mientras se juega golf) como el “concentrarse en el momento del golpe y no juzgar lo que acontece ni acudir al pasado (mal golpe) ni al futuro (intentar compensar un error con un próximo buen golpe)”.

También he escrito que esta habilidad mental tiene sus raíces en el Mindfulness pues sus principios son perfectamente aplicables a la naturaleza del juego del golf.

El Dr. Emérito Jon Kabat-Zinn (1944, Nueva York) creador de la técnica de Reducción del Estrés Basada en la Atención Plena define el Mindfulness como “la conciencia que surge al prestar atención al momento presente, deliberadamente, sin juicio”. La gente tiende a confundir mindfulness con meditación y no son lo mismo, creyendo que el mindfulness es un estado mental especial (no ansioso) o una mera técnica de relajación.

El mindfulness no tiene que ver con detener, evitar o liberarnos de los pensamientos y las emociones, sino el tomar conciencia de ellos para modificar nuestra relación con esos pensamientos y emociones. Si no somos conscientes nuestro cerebro está diseñado para “operar en automático”, es lo que se conoce como la “actividad espontánea del cerebro”, no es que estemos dormidos sino que nos pone en un estado de ensoñación que nos lleva a tener pensamientos que van y vienen y que proceden del pasado (mediato o inmediato) o que nos llevan al futuro (lo que deberíamos hacer o nos podría suceder).

El golf es un deporte productor de pensamientos y emociones. No existe otro deporte similar. Su naturaleza no se basa en una respuesta biomecánica inmediata a una acción. En la mayoría de los demás deportes su estructura no permite tiempo para pensar qué hacer y si lo hay debe hacerse en milésimas de segundo. Claro que se producen pensamientos y emociones en esos otros deportes pero no con el tiempo tan extendido que se da en el golf antes de realizar la gestoforma de la acción deportiva, el swing, lo que hace que puedan entrar en acción los pensamientos y emociones negativas.

Pero el golf es también un juego de incertidumbres (qué golpe debo hacer, a dónde debo tirar, que distancia hay, me apoyo en el viento o no, es esa la caída, la hierba del green está a favor o en contra.…) Podemos definir la incertidumbre como “falta de seguridad, confianza o de certeza sobre algo que puede generar emociones que nacen del temor, el estrés, la ansiedad o la preocupación”.

¿Qué ocurre cuando jugamos al golf?… sencillamente tratamos de resolver las incertidumbres apoyándonos en lo que sabemos, lo que hemos entrenado o creemos que nos irá bien. ¿Pero qué pasa si hacemos un mal golpe o fallamos un putt fácil? pues se produce una contradicción: si hacíamos lo que se suponía nos iría bien, ¿qué ha pasado?… ni más ni menos que nuestras sensaciones se han vuelto negativas, se han convertido en un enfado, y de manera automática pensamos en el error (pensamiento) y somos conscientes del fallo (emoción).

Así, en milésimas de segundo después del mal golpe esa información se transforma en una señal eléctrica que viaja por el encéfalo hacia el tálamo que la envía a las áreas más involucradas en la memoria, llamadas hipocampos y a las del procesamiento emocional, la amígdala y se desencadena una catarata de emociones negativas y pensamientos negativos.

La amígdala que es como un botón de seguridad que nos alerta de un peligro (real o imaginario) activa inmediatamente a todo el cuerpo para nuestra ancestral respuesta de huir, luchar o estar quieto (nuestro cerebro primitivo de supervivencia) y nuestro cerebro nuevo producto de la evolución (que piensa, planifica y crea), y que conocemos como corteza prefrontal se inhibe.

La consecuencia de todo ello es tensión, ansiedad, miedo, incremento de la respiración y del ritmo cardíaco, ira… en definitiva, emociones que si no gestionamos bien puede que hagan que tengamos “vivo” ese mal golpe en nuestra memoria y que las respuestas fisiológicas y mentales generadas se mantengan durante toda la vuelta (carga emocional).

Por otra parte, dado que nos vemos atrapados por esas emociones negativas, la réplica mental de nuestro cerebro primitivo es la de encontrar una satisfacción rápida que nos alivie del enfado o la pesadumbre del fallo centrándose en obtener una recompensa de forma inmediata, buscando la ejecución de un buen golpe que nos redima de nuestro pesar sin reparar en lo que realmente tenemos que hacer para conseguirlo o si no es adecuado intentarlo en ese momento. El siguiente problema es que cuando ese magnífico golpe no se produce, emocionalmente, nos hundiremos más en nuestro disgusto.

Para terminar este primer capítulo me gustaría proponerles una reflexión apoyándome en la metodología del Dr. Judson A. Brewer (1974, USA). ¿Cómo podríamos cartografiar o, como él mismo dice, mapear mentalmente la situación más arriba descrita? Pues hagámoslo. Pongamos atención plena en la situación descrita que tenemos como ejemplo:

Detonante: un mal golpe o fallo de putt.
Conducta: enfado, cabreo, ira.
Resultado: frustración, pensamientos negativos, estrés, ansiedad.

¿Y si activamos a nuestro cerebro nuevo a través del mindfulness? y ¿si tomamos conciencia plena de la situación? y ¿si no juzgamos el mal golpe ni a nosotros mismos? y ¿si lo aceptamos racionalmente como un golpe más?, y ¿si me planteo en qué me benefician esa conducta y ese resultado?

¿El resultado sería el mismo?

Hasta el próximo post.

Francisco González
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