
25 Jul LOS ECOS DEL OPEN BRITÁNICO 2021
Cada torneo profesional de golf aporta un cúmulo enorme de aspectos que suelen someterse a examen, análisis y comentarios, tanto por parte de los aficionados como de los profesionales que los siguen con atención, ya sean golfistas, periodistas, comentaristas, técnicos, entrenadores, coachings mentales o, también, responsables de la industria o de las organizaciones que rigen el golf. Un torneo profesional supone una oportunidad enorme de encontrar respuestas a muchas cuestiones que pueden afectar al progreso y desarrollo del juego.
Un Mayor como el Open Británico suele acaparar, no solo una atención extraordinaria por parte de todas estas personas y profesionales, sino también por parte de los medios de comunicación y difusión que amplían el eco y la importancia deportiva que el propio evento suscita en el mundo del golf.
Este año, después de la suspensión de la edición anterior por causa de la pandemia, hemos asistido a la recuperación de la atmósfera especial que rodea este torneo celebrando su 149 edición en el Royal St. George’s, un campo link situado al sur de Inglaterra en la localidad de Sandwich.
Posiblemente serán muchas las conclusiones que puedan extraerse del presente torneo, pero a mi me ha llamado poderosamente la atención una doble confrontación mental que ha tenido lugar entre los dos jugadores que llegaban a la ronda final con posibilidades de ganar la Jarra de Clarete, Louis Oosthuizen y Colin Morikawa.
Louis Oosthuizen, en rueda de prensa, decía la tarde anterior a la última vuelta decisiva del domingo lo siguiente: Terminar segundo no es bueno ni está bien. Mañana voy a por todo y voy a jugar con el corazón para tratar de volver a levantar la Jarra de Clarete.
Por su parte, Colin Morikawa hacía las siguientes declaraciones: No tengo mucha experiencia en los links, este es mi primer Open… pero gracias a haber ganado el PGA Championship sé que puedo ganar un Major… voy a tratar de mantener mi rutina y enfocarme en el tiro a tiro.
A simple vista sus declaraciones no parecen contener nada extraordinario, no parecen más que unas palabras dichas ante innumerables periodistas y como respuesta a ser preguntados por sus estados de ánimo.
Pero, para mi, la importancia de estos dos puntos de vista y las palabras de estos dos grandes jugadores radican en el hecho de que de las mismas se infieren dos grandes formas de entender la motivación deportiva y dos maneras de enfrentarse a las tensiones que se derivan de jugar una simple vuelta, una competición, un torneo o, como en este caso, la vuelta decisiva en un Grande.
La vuelta final de L. Oosthuizen y C. Morikawa ha puesto de manifiesto algunas cuestiones muy interesantes. Una de ellas, que ambos disponían de unos enormes fundamentos técnicos, muy similares a pesar de las diferencias propias del swing personal de cada uno. Ver técnicamente sus swings fue una delicia para los ojos y, sinceramente, no creo que el ganar y perder de uno y otro recayera en cuestiones técnicas o en mecanismos del swing.
La otra cuestión, para mi trascendental, fue la de que pudimos contemplar dos modos distintos de cómo prepararse mentalmente y cómo ponerse en acción en la ronda definitiva del torneo.
Una, la de Oosthuizen al modo tradicional, implicando sobremanera a las emociones, apelando a las creencias, a la fuerza de los sentimientos, interiorizando todo ese caudal de intenciones a la vez que exaltando todas sus sensibilidades, Voy a por todo, voy a jugar con el corazón, dijo.
Otra, la de C. Morikawa más actual y contemporánea, controlando sus emociones, concentrándose en el presente, rememorando éxitos pasados, dejando a un lado los sentimientos y enfocándose solo en sus rutinas y en el golpe a golpe.
No digo que el enfoque mental de L. Oosthuizen no pueda o deba llevarse a cabo y que no pueda servir ante el reto de ganar un torneo, pero a mi me ha parecido un error el implicar tan intensamente a sus emociones en la consecución del objetivo de ganar. Durante la vuelta final no se le vio fresco, relajado, con libertad en sus acciones como en los días anteriores. Al contrario, le vi tenso, circunspecto e incluso con el miedo en su cara a perder.
Por contra, y sin que pueda parecer ventajista, me parece que C. Morikawa estuvo siempre en control, de sus emociones, de su concentración, de sus decisiones, de su foco y de sus rutinas, haciendo que su desempeño pareciera fácil, fluido y contundente. Le vi confiado, relajado, con una sonrisa en la cara en momentos de tensión.
Dos grandes jugadores, dos grandes personas, y dos mundos distintos. Uno que apela al corazón y otro que apela a la cabeza. Claro que se necesita de uno y otra para jugar al golf, eso no está en discusión. La cuestión esencial es que en el terreno puro y duro del resultado, de la alta competición y del alto rendimiento, las exigencias que se derivan de tales niveles se gestionan mejor con la cabeza que con el corazón.
Y aunque sea difícil creerlo, la alta competición es la fragua donde se forjan las experiencias que permitirán extrapolar consecuencias y conclusiones que posibiliten su aplicación al golfista amateur. Si no han visto la ronda final del The Open reciente o incluso si la vieron, vuelvan a verla a la luz de lo que aquí, en este post, les cuento. No solo se sorprenderán, sino que estoy seguro que aprenderán algunas cosas sobre el enfoque mental, sobre el control de las emociones y sobre cómo jugar en el presente.
Finalmente, para mi es tiempo de descansar y de ver a seres queridos y amigos que durante mucho tiempo la pandemia ha impedido el que eso fuera posible. Es tiempo para disfrutar del golf también. Nos vemos en septiembre. Con la ilusión de siempre y con las fuerzas renovadas. No olviden visitar el Blog de FG Golf Mental Coaching seguro que allí encontrarán un tema que les podrá interesar y cuyo contenido les servirá de ayuda. Hasta la vuelta.