MANTENERSE EN EL PRESENTE

Hace poco una jugadora a la que entreno me preguntó que cuál era la habilidad mental más importante que tenía que aprender y mi respuesta fue la de que todas las habilidades mentales que se necesitan para jugar al golf son importantes, aunque hay algunas de ellas que influyen sobremanera en todas las demás.

A veces los jugadores y jugadoras amateurs tienden a creer que, o bien, las habilidades mentales no son tan necesarias para jugar un buen golf, o bien, piensan que su aprendizaje es muy complejo. En verdad no hay nada de cierto en ninguna de estas dos formas de pensar.

El entrenamiento mental para los amateurs lucha contra dos inconvenientes: de un lado la persistencia de toda una larga tradición que vincula la idea de que para jugar bien al golf sólo hace falta aprender y entrenar la técnica y de otro lado, la gran proliferación de información en texto, vídeo y audio que el jugador/a encuentra en los medios de información o comunicación y que en una gran parte es la causante de muchas confusiones.

No es fácil hacer entender que para jugar al golf es necesario disponer de una buena capacidad mental que nos permita poner en práctica ciertas habilidades mentales como pueden ser: la concentración, la atención, la confianza, la gestión de los pensamientos, la presencia (mantenerse en el presente), el control de la activación y diálogo interno, la paciencia, la aceptación, la resiliencia… ¿se puede jugar al golf sin toda esta panoplia de habilidades mentales? claro que SÍ; ¿se puede jugar bien al golf sin ellas? rotundamente, NO.

Una de las habilidades mentales que se presta a confusión y que sin embargo influye en una buena parte de todas ellas es la presencia que no viene a ser otra cosa que mantenerse en el presente cuando se juega. Pero ¿qué significa mantenerse en el presente? Trataré de explicarlo.

Nuestro cerebro está construido para que pasemos prácticamente la mitad del día en un estado de ensoñación que nos lleva a tener pensamientos que van y vienen y que proceden del pasado (mediato o inmediato) o que nos llevan al futuro (lo que deberíamos hacer o nos podría suceder).

No es que estemos dormidos, es que no mantenemos la atención plena, estamos distraídos en lo que se conoce como la actividad espontánea del cerebro, de origen no consciente. Además nuestro cerebro tiende a hacer aquello a lo que ha estado acostumbrado o lo que es lo mismo, tiende a mantenernos en nuestra zona emocional de confort.

¿Qué ocurre cuando jugamos al golf? Simplemente, tendemos a hacer lo que creemos que nos irá bien. ¿Pero qué pasa si hacemos un mal golpe o fallamos un putt fácil? pues se produce una contradicción entre lo que debíamos hacer y lo que hemos hecho, de manera que  nuestras sensaciones se tornan negativas, en enfado, y automáticamente pensamos en el error siendo conscientes del fallo y quedando informados de que algo no ha ido bien.

Así, en milésimas de segundo después del mal golpe esa información se transforma en una señal eléctrica que viaja por el encéfalo hacia el tálamo que la envía a las áreas más involucradas en la memoria, llamadas hipocampos y a las del procesamiento emocional, la amígdala y se desencadena una catarata de emociones negativas y pensamientos negativos.

La amígdala que es como un botón de seguridad que nos alerta de un peligro (real o imaginario) activa inmediatamente a todo el cuerpo para nuestra ancestral respuesta de huir o luchar produciendo tensión, ansiedad, miedo, incremento de la respiración y del ritmo cardíaco, ira… en definitiva, emociones que si no gestionamos bien puede que hagan que tengamos “vivo” ese mal golpe en nuestra memoria y que las respuestas fisiológicas y mentales generadas se mantengan durante toda la vuelta (carga emocional).

Por otra parte, dado que nos vemos atrapados por esas emociones negativas, la réplica mental es la de encontrar una satisfacción inmediata que nos alivie del enfado o la pesadumbre del fallo y de forma instantánea buscamos imaginariamente en el futuro (mediato o inmediato) la ejecución de un buen golpe que nos redima de nuestro pesar sin reparar en lo que realmente tenemos que hacer para conseguirlo o si no es adecuado intentarlo en ese momento. El problema es que cuando ese magnífico golpe no se produce, emocionalmente, nos hundiremos más en nuestro disgusto.

Jugar en el presente significa no juzgar lo que acontece y no acudir al pasado (mal golpe) ni al futuro (intentar compensar con un próximo buen golpe). Es saber aislarse y concentrarse en el momento del golpe, en ese preciso instante en el que ni el pasado ni el futuro pueden intervenir, dotarse de toda la información necesaria que nos permita diseñar el mejor golpe posible en ese lapso de tiempo en el que somos los dueños del control de aquello que podemos pensar, sentir y hacer.

Es un estado de atención y consciencia plena en nosotros mismos y en lo que nos rodea. Por eso es tan importante tener una rutina pre-golpe poderosa, ya que nos permite concentrarnos exclusivamente en todos aquellos elementos y circunstancias que pueden influir en el golpe.

Para conseguir ese estado entreno a mis jugadores/as en tener una rutina potente y en disponer de los fundamentos del mindfulness, ya que su práctica habitual y diaria les permite estar más atentos al aquí y ahora, tener una consciencia plena, además de que les ayuda a comprenderse mejor y comprender mejor sus emociones, así como que disminuye los efectos del estrés y la ansiedad, aumenta su concentración y les dota de mayor bienestar emocional.

A través de FG Golf Mental Coaching puedo enseñarle todas las habilidades mentales que necesita para desarrollar su mejor golf y esa enseñanza es tanto presencial (individual, grupo o clinic) como online (individual).